Es un buen juego, con identidad propia, que sin duda sirve como extraordinario homenaje a esas películas del siglo pasado. Pero como videojuego en sí, no consigue aportar nada demasiado especial a través de sus mecánicas o sus planteamientos, que funcionan durante el rato en que el jugador no se da cuenta de que está repitiendo lo mismo una y otra vez, aunque los enemigos tengan distintos disfraces.