FICHA DE CRÍTICA

Desde luego que la impotencia y el temor siguen ahí, pero a la misma vez es muy difícil no contagiarse de la tranquilidad y la bondad con la que el juego nos dice que no hay motivos para tener miedo. No es, repito, una revelación definitiva que cambie radicalmente nuestra percepción —tampoco creo que algo así pueda existir—, pero sirve como un pequeño oasis de calma, un abrazo comprensivo al que acudir de vez en cuando. Cuando más lo necesitamos, Arrog es íntimo como la oscuridad más negra, y amable como una luz blanca y cálida, y yo solo puedo alegrarme de que una obra así exista.

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28/01/2021
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