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Nubarron, cuando las ideas se nublan3 min read

27 de marzo de 2023 3 mins de lectura

Nubarron, cuando las ideas se nublan3 min read

La historia del desarrollo de Nubarron es larga, muy larga. Tanto que empezó hace 13 años, con Unlucky Gnome, un simple juego de plataformas que llegó a participar de un concurso latinoamericano de Square Enix. Diez años después, y seguro que tras muchas idas y venidas y cambios, finalmente vio la luz en 2020 bajo el título de Nubarron: The adventure of an unlucky gnome y así es como lo conocemos a día de hoy.

Hace unas semanas en mi habitual ronda visualizando ofertas en la eShop de Nintendo Switch lo ví a un excelente precio y creí que valdría la pena probarlo. Entre otras cosas porque, he de reconocer que me gustaba su título, pero además porque si algo llama la atención de Nubarron es su apartado artístico. Tanto sus personajes como sus entornos tienen un estilo dibujado en el que se nota un gran mimo y cuidado, aunque a veces tenga ese efecto que he visto en más juegos con este estilo artístico de parecer poco definido, casi borroso por momentos. Nada grave, no obstante.

En lo jugable, el juego de NastyCloud es el clásico plataformas de puzles donde avanzamos sobre un escenario 2D y a cada paso encontramos una situación que debemos resolver, ya sea mediante nuestra habilidad manejando al personaje o bien dándole un poco al coco. Generalmente es una mezcla de ambas. Aquí, el elemento «diferenciador» de Nubarron respecto a otros juegos del género es precisamente el elemento que da título al juego: una nube. Esta nube que no sabemos por qué se nos pega desde el principio, nos sirve para interactuar de múltiples maneras con el entorno, desde acabar con enemigos hasta activar los diversos elementos interactivos que iremos encontrando, haciendo uso de las propiedades que podemos esperar de una nube, como lanzar rayos o llenarse de agua para luego soltarla convenientemente.

Esto que hace la nube bien podría hacerlo el personaje o cualquier otro elemento con el que la podríamos intercambiar. Es decir, si bien es cierto que la nube hace algunas cosas que en teoría sólo puede hacer una nube, en última instancia la acción resultante termina por ser algo que podría intercambiarse perfectamente por cualquier otro elemento. No hay nada que sea tan extraordinariamente bien pensado que le de un sentido especial al hecho de «controlar» una nube. Pero es una nube, y está bien.

El hecho es ese, que los puzles son los que podríamos encontrar en cualquier otro juego. Lo típico: activar palancas y mover bloques. Y todas las combinaciones que se nos puedan ocurrir, pero nunca encontramos un puzle que sea algo diferente, original, o que verdaderamente dé sentido al juego y que sólo podríamos imaginar haciendo con una nube. Cabe destacar, eso sí, las luchas con jefes finales, que nos obligan a usar todas las habilidades que vamos aprendiendo de una manera divertida.

Conclusión

Nubarron no es que tenga nada intrínsecamente malo, sólo que no tiene nada destacable. Es un juego de puzles correcto, no demasiado difícil y visualmente agradable, pero tras unas horas no sentimos que haya una progresión que nos incite a seguir jugando sin parar, o que haga algo, aunque sea sólo un detalle, que vayamos a recordar. Aún así, y como se suele decir, si eres fan del género y no tienes otras opciones prioritarias a la vista, es un título perfectamente recomendable.

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