Doomed to Hell. El apocalipsis del infierno6 min read

Nunca me había parado a pensarlo, pero si el infierno existe, debe estar bastante lleno de gente. Esta es la premisa narrativa en que se apoya Doomed to Hell, un pequeño shooter brasileño desarrollado por Gagonfe y disponible en todas las plataformas.

En Doomed to Hell controlamos a Rose, un humano que, por azares del destino, ha puesto punto y final a su vida. Lamentablemente, el infierno está saturado de personas y el jefe decide hacer limpieza. ¿Cómo? Pues dejando que los desgraciados habitantes del lugar se aniquilen – de nuevo – entre sí y dando un suculento premio al último que quede en pie: volver a la vida. Tocará coger la pistola y acabar con todo lo que se cruce en nuestro camino si queremos que Rose vuelva al mundo de los humanos.

Oleadas de enemigos

Doomed to Hell es un twin-stick shooter, es decir, con un joystick movemos a Rose y con el otro apuntamos. La perspectiva es isométrica y nuestro protagonista estará siempre en el centro de la pantalla. Tendremos un botón para hacer un pequeño movimiento rápido para esquivar y otro para disparar, así como la posibilidad de llevar dos armas. Hora de liarla en el infierno.

Los niveles, generados aleatoriamente en cada partida, se dividen en oleadas. De unos portales violetas aparecerán enemigos que nos acosarán y dispararán hasta matarnos o morir. Digamos que las dos primeras oleadas son de calentamiento, después el juego adquiere dificultad y será realmente complicado sobrevivir. Como ayuda, al final de cada oleada podremos coger pequeñas mejoras temporales como aumento de vida, cadencia de disparo o velocidad. Estas mejoras tendrán efecto sólo durante el nivel que estemos jugando

Terminadas las cinco oleadas, iremos a una tienda que hace las veces de punto de control donde podremos comprar mejoras que, esta vez si, durarán toda la partida. Es aquí donde podremos mejorar nuestro arsenal con escopetas, espadas o metralletas.

Después de cada nivel podremos comprar armas y mejoras

Dificultad extrema

Completar todos los niveles de un tirón puede llevarnos menos de una hora, pero Doomed to Hell nos exigirá mucho tiempo de práctica. La dificultad es alta desde el inicio y se nos exigirá una concentración y reflejos de primer nivel. No tardaremos en movernos en infiernos de balas y enemigos, disparando a diestro y siniestro casi sin tiempo para reflexionar.

La suerte juega un papel muy importante. Hay armas que son netamente mejores que otras. Con un buen arsenal desde el principio, alcanzar los niveles superiores es factible. Si solo tenemos la espada y la pistola normal, será muy difícil salir del primer mundo. Estos picos de dificultad se evidencian en los jefes finales. El primero, un minotauro, con el arsenal adecuado no es complicado de matar, pero con armas más normalitas no he tenido ninguna oportunidad.

Doomed to Hell es un juego realmente difícil. Sin el armamento adecuado estamos destinados a perder

Un diseño problemático

Lo mejor que puedo decir de Doomed to Hell es que es divertido pese a determinadas decisiones de diseño que entorpecen notablemente la experiencia de juego. En primer lugar, la cámara que sigue al personaje no se puede alejar y nos perdemos la gran mayoría del escenario que nos rodea, problema mayúsculo en este tipo de juegos en que afrontamos hordas de enemigos. Por otro lado, los escenarios son pequeños y los objetos presentes, como árboles, carecen de colisiones. Rose, los enemigos y las balas atravesarán cualquier obstáculo, de modo que la única forma de evitar los ataques enemigos es moviéndonos constantemente, no hay posibilidad de cobertura.

El resultado de todo esto es que acabamos jugando a una especie de pilla-pilla en el que nos movemos constantemente, sin saber qué zona es la mejor porque no podemos ver a los enemigos, a ciegas, esperando tener suerte. La sensación es que el éxito de nuestra partida depende en exceso de la aleatoriedad y no de nuestra habilidad.

Intensidad pixelada

Doomed to Hell hace gala de un píxel-art algo genérico que cumple y no se resiente en ningún momento por más enemigos y balas que haya en pantalla. Tiene sus luces, como el temblor de pantalla con cada disparo, y sus sombras, como lo genérico de los escenarios y enemigos; pero favorece que jugador entre en un estado de frenetismo al jugar. El acompañamiento musical también peca de irregular. Contra los jefes finales suenan temas muy cañeros, pero en las oleadas normales tiene poca presencia para mi gusto.

Pese a los defectos que Doomed to Hell pueda tener y lo frustrante que en ocasiones pueda ser por su endiablada cámara, la realidad es que es un festival de disparos en pixel-art muy adictivo. He cerrado el videojuego enfadado por una muerte injusta en más de una ocasión, pero siempre he vuelto a jugar. Gagonfe ha dotado a su obra de ese componente de adicción que no todos los desarrolladores logran encontrar. Evidentemente los juegos de este estilo abundan en el mercado, y de más calidad, pero puede ser una opción interesante gracias a su bajo precio.

Conclusión

Doomed to Hell es un twin-stick shooter genérico con numerosos problemas de diseño, como su mala cámara y la aleatoriedad de las partidas; pero no se puede negar que es divertido. Puede que no siempre perdamos la partida de forma justa, pero volveremos a intentarlo. Una opción a tener en cuenta visto su bajo precio.

Pese a mi continua obsesión con la literatura, los videojuegos y el deporte, logré acabar mis estudios de filología. Resido en Italia y adoro la pizza.

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